Estación Quilmes: 30 sept 2010

  Carlos Battilana

30 de septiembre de 2010




La demora
(Fragmentos)

I

Por mí,
o por vos, o por
la clemencia que el tiempo otorga
esa perfección
se ha vuelto costumbre,
descanso en la sombra,
tranquilidad
de estos muros
verdes y transparentes.
Vicio horroroso,
los días prometen algo
de lo que no estamos seguros.


II

Esto y lo otro
río sin luz
perro, perrito herido,
por tu cierta entrega de espuma
por tu
actividad sin celo
sos el rocío
que la ceniza
no niega.



III

Para no decir
que esto
es esto otro,
para no usar palabras
que los escribas cansados
se permiten
sin acertar,
retomo aquella huella,
este minúsculo aire
que el bosque
con su razón
reclama. Voces,
ruina cuyo origen
no es un hecho
sino la hiedra preciosa de la
Constancia.



Carlos Battilana
Nació en Corrientes el 19 de septiembre de 1964. Reside en Buenos Aires.
Publicó Unos días (1992) y El fin del verano (Siesta, 1999). La demora (Siesta, 2003) y El lado ciego (Siesta, 2005).
Es docente de Literatura Latinoamericana y de Semiología en la Universidad de Buenos Aires.

  Los nadies



Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.


Eduardo Galeano


Por: Caleb Gonzalez

  Balada del amor imposible

Alejandro Dolina



Los cronistas más serios del barrio del Angel Gris coinciden en destacar
la propensión de sus habitantes hacia los amores imposibles.
       Así, mientras los jóvenes de otros barrios se enamoran de muchachas
groseramente posibles, los hombres de Flores parecen condenados a
amar - casi siempre en secreto - a mujeres que no serán para ellos.
       Y en honor a estas damas es que los Hombres Sensibles hacen lo que
hacen.
       Algunos emprenden desde chicos el estudio del violín, únicamente
para aprender a tocar un vals en obsequio de su amada. No importa que
ella no alcance jamás a oírlo. Ese no es el punto.
       Otros indagan los secretos de la versificación y se sumergen en el
dolor para lograr una poesía.
       Hay quienes se ejercitan en el coraje y cultivan la guapeza. Y no
faltan los que eligen la melancolia o la locura.
       Piensan los Hombres Sensibles que siendo mejores merecerán ser
amados. Y para la ética sentimental de este barrio, los mejores hombres
son artistas, valientes, tristes o locos.
Por eso los muchachos más virtuosos de Flores sufren por amor.
Esta realidad ha despertado la atención de todos y la piedad de muchos.
Cada semana, los enamorados de Flores reciben el consejo de sus
amigos sabios de otras barriadas.
       - ¿Por qué amar a la Gran Marquesa del Norte, que es en realidad un
duende? ¿Por qué no conformarse con la hija del yesero?
       Son voces tentadoras que exponen las ventajas del amor razonable.
       A estas exhortaciones, los Hombres Sensibles responden - no sin
acierto - que en el amor no existe el libre albedrío y que nadie puede
decidir de quién va a enamorarse.
       Sin embargo - ya a riesgo de caer en especulaciones psicológicas fuera
de tono - cabe reconocer que los muchachos del Angel Gris tienden a
aproximarse sentimentalmente a las mujeres que menos les convienen.
       Los tratadistas de Villa del Parque y los Refutadores de Leyendas
sostienen que buscar pareja es una tarea enteramente racional y hasta
científica.
       Vale la pena citar la novela didáctica "Hoy te amo con la cabeza", del
profesor Amadeo Battista. Esta obra esconde - apenas - la tesis
antedicha, entre los rotosos pliegues de su trama.
       Parecidos criterios auspicia la esposa de este pensador, la doctora
Alba C. de Battista en su libro "Me casé con un cretino".
       Muchos hombres de negocios, comerciantes e industriales de la
zona han entendido que el amor imposible es cosa nefasta, no sólo para
el que ama, sino también paa el desarrollo de las actividades productivas
en general.
       Declaran estos lúcidos mercaderes que, por lo común, los enamorados
sin esperanza son pésimos empleados, más atentos al recuerdo de
unos ojos pardos que a la correcta realización de una nota de débito.
       Tratando de reducir el número de desencuentros amorosos en
beneficio de la felicidad general, los Refutadores de Leyendas con la
ayuda de dos contadores de la Sociedad de Fomento de Villa Malcolm, prepararon
las Tablas del Amor Infalible, especie de regla de cálculo según la cual
las medidas del cuerpo del hombre, su coeficiente intelectual, su edad,
su educación, fortuna y berretines determinaban de un modo preciso a la
mujer más conveniente para sus planes amorosos.
       Esto es ni más ni menos que la refutación de una leyenda o - lo que
es peor - su reducción a términos científicos. La leyenda es ésta:
       "Hay para cada hombre una mujer, una sola, que reúne todas las virtudes
que ese hombre sueña. Su belleza está hecha para deslumbrar a ese
hombre.
Su voz ha sido creada para seducirlo. Su inteligencia, para sucitarle y
sugerirle ideas amables. Su ternura, para hacerle dulce el diario sufrimiento.
Esa mujer existe y anda por esas calles. Pero el destino ha decidido que
nunca jamás se crucen los caminos de ningún hombre con la mujer que para él
fue concebida."
Manuel Mandeb asegura en sus Memorias que cierta tarde creyó
reconocer a lo lejos a la mujer que le correspondía, conforme a la
leyenda. Inmediatamente se trabó en lucha con el destino y trató de alcanzar a la
muchacha. Lo consiguió en la esquina de Artigas y Avellaneda. Luego de
interceptarle el paso, procedió a explicarle la vieja creencia de los
Hombres Sensibles, mientras se secaba el sudor y trataba de recobrar el aliento.
Pero la mujer no conocía la leyenda, o tal vez la conocía y la acataba
puntualmente: dio media vuelta y se fue por Artigas hacia el norte.
       Y ya que mencionamos a Manuel Mandeb, conviene recordar que su
ilegible prosa se alzó solitaria frente a los tratados racionalistas y a
los inventos de los Refutadores de Leyendas.
       El polígrafo de Flores dejó un voluminoso estudio caratulado Registro
de amores imposibles en la linea del Sarmiento.
       La obra consta de 914 fichas que corresponden a otros tantos casos
concretos de amor sin recompensa. Está dividida en cuatro cápitulos:
       El primero, subtitulado Nunca le dije nada, es el más extenso y
registra episodios protagonizados por enamorados silenciosos.
       El segundo, Negativas expone 115 rechazos, sus motivos, sus términos
y consecuencias, para no hablar de otros detalles más bien superfluos
que suelen recargar toda la obra de Manuel Mandeb.
       El tercer cápitulo, Amargo desengaño, cataloga 126 decepciones,
incluidas cuatro padecidas por el propio autor.
       El cuarto y último cápitulo es un inspirado texto romántico que se
conoce como Elogio del amor inconcluso. Veamos este párrafo:
       "...Así como las personas que mueren en la plenitud nos ahorran el
recuerdo de su vejez, los amores interrupidos abruptamente siguen siguen
viviendo en nuestro corazón no como brasas agonizantes, sino como horrorosas
llamas que queman cada noche...
       "...No hay mejor amor que el que nunca ha sido. Los romances que
alcanzan a completarse conducen inevitablemente al desengaño, al encono
o a la paciencia; los amores incompletos son siempre capullo, son siempre
pasión."
       Pero dejemos ya a Manuel Mandeb y reflexionemos sobre ese delicado
asunto. Es cierto que infinidad de personas decentes viven la módica
dicha del amor común y corriente.
       Pero el amor imposible, aquél del cual solamente son capaces los
Hombres Sensibles de Flores, es el único cabalmente maravilloso y digno
de admiración.
       Ocurre así: un muchacho se enamora de la Mujer Más Hermosa.
       Desde ese momento, su vida no tiene otro sentido que ese amor.
       Sin embargo, el hombre sabe que no tiene chance en esa carrera,
pues las Mujeres Más Hermosas suelen casarse con otros caballeros,
generalmente ricos o buenos mozos o ambas cosas.
       Sus buenos amigos le aconsejarán el olvido, pero este hombre ha
nacido en Flores y no tiene la menor intención de gambetear el dolor.
       Y cada día deja mansamente que la tristeza le invada los huesos y que
tiña hasta el último de sus pensamientos.
       A veces, las distracciones y los mundanos asuntos amenazarán con
hacerle olvidar siquiera por un momento su amor y pesadumbre. Pero el
hombre reaccionará inmediatamente y se sumergirá otra vez en su propio
abismo.
       Que nadie se engañe. Este hombre que ríe a carcajadas cuando algún
conocido le refiere el cuento de los supositorios, está pensando en su
amor imposible.
       Y la sangre que hincha sus venas es negra y espesa.
       Pero, atención. Este amor que lo hace desgraciado es el que le hace
mejor. El ya ha renunciado a la Mujer Más Hermosa. Jamás padecerá
decepciones. Su pasión no envejecerá ni se envilecerá. Nadie podrá
engañarlo.
Y a fuerza de bañarse cada día en el sufrimiento, habrá aprendido el
secreto de la resignación.
       Los caballeros exitosos no conocerán jamás la verdadera escencia del
amor imposible. Ellos jamás juegan su vida a una sola baraja. Con toda
prudencia realizan inversiones en uno y otro lugar para compensar con
unas las pérdidas ocasionadas por otras.
       Pero el amor imposible no es cosa de prudentes, sino de Quijotes.
       Sólo cuatro veces en doce años vio Alonso Quijano a Aldonza
Lorenzo.
       Jamás cruzaron palabra. Pero eso le bastó para vivir en ella y por
ella.
Sin esperar recompensa.
       Por eso, señores, si acaso atesoran ustedes uno de estos metejones
locos, a no arrepentirse. Sigan soñando y esperando lo imposible. Aunque
sepamos que nuestras ilusiones no habrán de cumplirse nunca, sigamos
acariciándolas. Lo contrario sería - como pensaba Wimpy - confundir
una ilusión con un pagaré.
       Será una larga jornada. Muchas veces tendremos ganas de contar
nuestra pena, pero no podremos hacerlo, para no profanarla. Siempre
estaremos solos y tristes, pero no es para tanto. Después de todo, ya
se sabe que los únicos paraísos que existen son los paraísos perdidos.



Alejandro Dolina
"Balada del amor imposible"
En la voz: Alejandro Apo

  Canciones del Buen Amor




Tus ojos claros


Pues me han llamado
y sin saberlo, ay,
tus ojos claros.
Y sin quererlo tú, me han derrotado.
Y allí donde es más clara su luz
soy vulnerado.
Y no soñé jamás que una victoria
tornara mi sino afortunado,
que el perder de esta forma no es afrenta
si no suave destino
deseado.
Con blanda espada soy,
qué dulcemente, traspasado.
Mas yo sabré responder, a ese llamado.
Que ya me puedo morir,
si en tu mirada yo soy
resucitado.




José María Vitier
Cuba - 1954 Letra y música
Silvio Rodríguez – Voz
Cuba - 1946

José María Vitier es hijo de los destacados poetas cubanos Cintio Vitier y Fina García Marruz. Cursó sus primeros estudios en el Conservatorio Amadeo Roldán. Su trabajo recoge un amplio espectro, pues ha escrito música para diferentes medios como televisión, teatro, cine y radio. Formó parte del Grupo Síntesis en sus inicios. Muchas de sus composiciones están basadas en canciones populares o en versos de notables poetas, como por ejemplo: Bosque, Caballito, Canción de otoño, Cizaña, Cortesía Décima, Déjame tomar asiento, El aire que te rodea, Ilusión de realidad.
En 1983 formó su propio grupo. Se desempeñó como profesor de piano en la Escuela Nacional de Arte y llevo a cabo estudios de composición en el Instituto Superior de Arte.
Ha realizado actuaciones por todo el mundo. Su obra creativa se caracteriza por una notable versatilidad, donde se combina la música de cámara y la popular, con incursiones al jazz, todo bajo un marcado acento de cubanía.

  Del putear literario




Por Juan Sasturain

No debe ser casual que nuestra narrativa haya nacido con un hermoso texto lleno de puteadas, El matadero, en el que proliferan las tetas, los cojones y los huevos... Tampoco debe ser casual que esas “malas palabras”, puestas en boca de personajes bárbaros, fueran a la vez exabruptos sordos y casi secretos, permisos que se concedió un escritor –el a veces inasible Esteban Echeverría– al expresarse espontáneo y sin pudores, como si no fuera a ser leído en lo inmediato, ni siquiera por encima del hombro.

Y es que así fue, exactamente. Tenemos ese texto (tan puteado) precisamente “porque no se podía” escribir en ese registro. Si Echeverría hubiese concebido El matadero para publicarlo en ese lugar y momento –Buenos Aires durante la década del cuarenta, virulento gobierno de Rosas– no lo habría escrito así o no lo habría escrito, a secas. Es que se trata, de algún modo, de un texto privado cuyas condiciones de difusión no estaban dadas, ni siquiera previstas, para y por el autor. Incluso después, durante su estadía en Montevideo, donde moriría en 1851 tras diez años largos de exilio.

Es bien sabido que el laborioso Juan María Gutiérrez, nuestro primer crítico e investigador literario, da a conocer El matadero recién a mediados de los años setenta, un cuarto de siglo después, cuando se hace cargo de la edición de las obras completas de Echeverría y recoge, acaso descubre, sus inéditos. Ahí, pudoroso escrupuloso, Gutiérrez recurre a los puntos suspensivos –“m...” por mierda, “p...” por puta, “c...” por cojones– que sin duda no existían en un manuscrito original de escritura nerviosa y a veces casi ilegible por el temblor, producto –aventura el compilador– “más de la ira que del miedo”. Seguramente.

La cuestión es que Echeverría, encendido y desatado, con el oído fiel y fino, hace putear a Matasiete y sus abominables carniza/mazorqueros, los hace entrar creíbles de palabra y obra en la literatura nacional sucios de barro y sangre; a la inversa, es evidente que se le lengua la traba, se le engola la gola, a la hora de darle la palabra a su idealizado unitario alternativo, irascible sin zafaduría, capaz de reventar de rabia con todos los calificativos agraviantes en la boca y sin ninguna puteada... Ahí el realismo romántico y su afirmación de lo particular nacional entra en colisión con la idealización del héroe ídem, y la verosimilitud –al menos en términos de registros del habla– se va de algún modo al carajo. ¿Acaso no puteaban los unitarios y/o el mismísimo Echeverría en privado; acaso sólo lo hacían entre pares y no cabe acá homologarse con los usos del enemigo?

Un rastreo somero pero representativo del mal hablar literario nos mostraría que contra todo pronóstico los personajes de Arlt no putean –aunque el “rajá turrito, rajá” que el farmacéutico endilga a Erdosain es marca de fábrica arltiana–; y que, por ejemplo, los de Sabato –como los de Echeverría– sólo lo hacen para demostrar su condición de clase: “Métase las casullas en el culo” le dice un peronista empatotado a la mujer que quiere impedir el saqueo de las iglesias la noche de los incendios del ’55, en Sobre héroes y tumbas, confirmando que la barbarie también es verbal.

También en el primer Cortázar, el heroico Pelusa –el personaje “mersa” de Los premios, toda una revelación incluso para el autor sobre el final– monopoliza las puteadas y “malas palabras” de la novela. Pero acá está claro que –ante el peligro y el enemigo concretos– el Pelusa no sólo hace (pelea) sino que dice (llama a las cosas por su nombre): así, trata de “manga de cagones” a los mayoritarios claudicantes de su heterogéneo grupo de clase media. Hay un cambio de signo.

Walsh sembró escasas y significativas puteadas en sus cuentos. En Corso, porque registra –a la manera que después, largamente, Fontanarrosa– el coloquial reo. Y en el prólogo ejemplar de Operación Masacre, porque cuando necesita mostrar/explicar en una frase cierta revelación personal de cómo son las cosas, oye y pone en boca del soldado herido el “no me dejen solo, hijos de puta” en lugar de un supuesto “viva la patria” convencional.

Acaso el texto ejemplar que cierre el imaginario, arbitrario círculo de lo malhablado literario esté en un poderoso relato de Rozenmacher de los sesenta: Cabecita negra. Una sola palabra, una sola expresión rápida, vulgar y usual, puesta en boca del corriente señor Lanari, revela, más que cualquier discurso explicativo, todo el odio de clase: “Negra de mierda” piensa y dice el burgués amenazado.

La víctima unitaria de Echeverría y la viejita que tironeaba las pilchas sagradas en Sabato han encontrado por fin su auténtica voz.


Fuente: Página|12

  Arpa soy





Es rubia: el cabello suelto
Da más luz al ojo moro
Voy, desde entonces, envuelto
En un torbellino de oro.

Voy por el bosque, a paseo
A la laguna vecina:
Y entre las ramas la veo,
Y por el agua camina.

Mi amor del aire se azora;
Eva es rubia, falsa es Eva:
Viene una nube, y se lleva
Mi amor que gime y que llora.

Se lleva mi amor que llora
Esa nube que se va:
Eva me ha sido traidora:
Eva me consolará

¡Arpa soy, salterio soy
Donde vibra el Universo:
Vengo del sol, y al sol voy:
Soy el amor, soy el verso!



José Martí
Canta: Pedro Luis Ferrer


Obra: Juan Vicente Bonachea

  .Sobre mi



"Mas allá, donde los autos van a cien kilómetros por hora, está la autopista La Plata-Buenos Aires. Acá estoy yo, sentada en mi escritorio, con los anteojos puestos, mirando la luna, oyendo como mi hermana grita desde la ducha piediendo si alguien le alcanza la toalla.
Hasta hace un rato estaba pensando en anteayer, en el domingo, en el dos de julio, en el once de febrero, en el veinte de diciembre, en el trece de noviembre, me acordaba y sonreía, me sentía una tonta, una tonta feliz, una tonta con recuerdos maravillosos, una tonta que hasta el momento y con lo poco que lleva, tuvo una buena vida. Ahora me pregunto qué hago escribiendo sobre cosas tan obvias para la gente que me conoce, qué hago escribiendo sobre fechas para algo que supongo voy a publicar en facebook o voy a hacer leer en el colegio. Resultara muy ridículo pensar que esto es una forma de descargarme ya que justamente en los días que mencioné no tengo guardada una pizca de rencor, así que no se, no sé que pensar al respecto.
"Pasemos a otro tema no quiero hablar de eso", amo usar frases de canciones para expresarme, me gusta el hecho de releer lo que escribo y poder "cantar" en alguna parte. Retomo el tema que no empecé, soy feliz, tengo amigos a los que amo muchísimo, tengo alguien a quien querer (aunque sea con comillas), no tengo problemas en casa ni en el colegio, me encanta escribir y, como verán, lo hago. Tema terminado, voy a hablar de mis experiencias: no olvídense, ni loca dejo que alguien mas lea sobre mis experiencias, si llega a manos equivocadas me muero. Recién pensaba en el tiempo que perdía hará entre diez meses y un año hablando por teléfono, era prácticamente una máquina de hablar, bueno no se porque digo eso ahora no hay mucha diferencia, pero antes era diferente (miro por la ventana y veo la luna, me acuerdo de cuando hablaba tanto por teléfono el año pasado, era tan lindo... retomo el escrito). Ahora que vi la luna me acordé que una vez cuando tenía siete, siete y medio, estaba en la casa de mis abuelos maternos y estábamos reunidos por año nuevo; mi abuela paterna miró por la ventana y dijo que la luna era una luna de terremoto, esa fue la única vez en mi vida que escuché hablar de una "luna de terremoto" y me quedó grabado en la cabeza de tal manera que cuando veo la luna me acuerdo de eso. También me acuerdo de la fiesta de disfraces que hizo un amigo el año pasado para halloween, treinta de octubre, qué gran día, es el día de hoy que algunas personas cuando hablo de esa fiesta me sonríen tiernamente y se acuerdan conmigo de esa luna inolvidable, otra vez me voy por las ramas y hablo de fechas, creo que tengo que darle la razón a un grupo de amigos que dicen que soy un "calendario viviente"; pero créanme que tengo mis razones, y que mas que un calendario viviente soy un "recuerdo viviente", yo no sería nada sin mis recuerdos, cada vez que necesito un consejo mas que recurrir a mi mejor amiga y, que me perdone, recurro a mis recuerdos, mi vida entera es un recuerdo y le debo eso a muchas personas que no deben ser nombradas por mi pero que cuando lean esto van a saber que son ellas a las que me refiero y para que no me malinterpreten parte de esas personas son mujeres, que ya dije amo y necesito porque también son parte de mis recuerdos. Ya que estoy recordando voy a hablar un poco de mi niñez, tengo trece, trece y pico, ya se que no soy grande y que mi niñez no está tan lejos, pero me resulta bastante ajena en varios aspectos. Me acuerdo que un día estaba en mi casa y mi mamá me dijo si no quería ir a mc donald's a tomar un helado porque mis compañeritos de jardín iban a hacer una excursión. En ese entonces yo vivía en frente de mc donald's pero no tenía muy claro eso de donde quedaban los lugares, si me decían abajo yo señalaba el piso no entendía que abajo era bajando por el ascensor y saliendo del departamento así que cuando vi que mi mamá abría la puerta la miré con una cara rara y le dije "no íbamos abajo?" y le señale el piso. También me acuerdo de mis berrinches agarrada de la reja de lo de mi madrina porque "no me quiero ir!!!!", y ahora cuando protesto de los berrinches de mi hermana me lo recuerdan y me hacen cerrar la boca. Otro recuerdo: el quince de mi prima Aye, que digamos no es un recuerdo muy largo, pero estaba muy entusiasmada porque era mi primer quince!,y me sentía re grande; de lo que mas me acuerdo es de la remera rayada roja y blanca de mi prima Flor, de que casi rompe su pollera de jean por subirse a no me acuerdo donde y de que (si no me falla la memoria) casi pierdo una cadenita de oro nueva. Un recuerdo mas reciente (aunque no tanto) es el del casamiento de mis tíos, tenía un vestido cremita con una faja color durazno, y como mi hermana y yo éramos el cortejo teníamos que vestirnos igual; no tiene nada que ver pero ya que me acordé lo pongo, ahí fue donde probé el sushi y debe ser que la comida fue lo que mas me gusto de la fiesta porque de lo que mas me acuerdo es de todo lo que comí, bueno de eso y de la serie de hechos desafortunados por la que pasó mi papá desde dos días antes cuando se cortó con la raqueta de tenis en el medio de la frente hasta cuando tuvo que hacer una diligencia antes de ir al salón de fiestas. Ahora que ya no me acuerdo nada mas de mi vida, me cansé de recordar.
Pienso, soy joven, tengo menos vivido de lo que me queda por vivir, para que escribo ésto?, entonces me respondo: porque mi vida es un recuerdo y de vez en cuando y para no olvidarse hay que acordarse de todo.



Chiara Mariuzzi
Vive en Quilmes, tiene 13 años, estudia en el Colegio Don Bosco donde cursa el octavo año, se divierte con su grupo de amigos, practica patín, participa del Taller de Escritura Creativa en la Cultural Inglesa con el profesor en Letras Carlos Dotro.

  TAREA "Han de Saber que..."




Tarea


Han de saber
que cuando en la oficina no hay trabajo,
yo trabajo,
trabajo como un negro,
sudo tinta,
ando detrás de pájaros azules,
me meto en grandes líos con los sueños,
me desangro en palabras,
salgo a cazar ballenas y crepúsculos,
domestico elefantes
(hay que ver qué furor el de la selva)
le explico al faraón cosas del tiempo,
hago el amor a veces,
lucho con los zulúes cuerpo a cuerpo,
tengo que abrirme paso en un perfume,
volver para las doce,
morirme,
andar recuerdos.
Tengo que hablar con Dios,
volverme loco,
lanzar varias proclamas de justicia,
escapar de la hoguera,
vestirme de jamás para un entierro.
No descanso ni un minuto,
me doy ung ran trajín con las cigarras,
me cito con Lenin y arreglo el mundo,
llamo a larga distancia,
digo anote en mi agenda: Nazareno,
trato cosas del aire con gaviotas,
compro verdes, azules, amarillos
y los despacho por expreso al cielo.
Hago arreglo con nubes,
firmo tardes de otoño con llovizna,
corro a cambiar estrellas que andan flojas,
promuevo madreselvas,
dicto inviernos...

cuando el jefe me mira y dice ejem,
ya que usted no hace nada y tiene tiempo...



Humberto Costantini

En la voz: Daniel Costantini (hijo de Humberto Costantini)
Emisión del programa radial Atrapados en libertad por AM 530, La Voz de las Madres