Estación Quilmes: 12/01/2014 - 01/01/2015

  José Martí

31 de diciembre de 2014




La niña de Guatemala

Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos;
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda...

Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores...

Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador;
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.

Como de bronce candente,
al beso de despedida,
era su frente -¡la frente
que más he amado en mi vida!...

Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador;
nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor.



José Martí
Cuba (1853 – 1895)
En: Versos Sencillos  - Ed. Letras Cubanas - 1988

Obra: “Martí enamorado” de Carlos Guzmán (Cuba)

Interpreta: Nacha Guevara





  Norma Etcheverry

28 de diciembre de 2014




La ternura
La mujer siempre iba con el niño detrás, pedaleando con fuerza.
Cada tarde, camino del muelle.
El niño de entonces recuerda. No el hombre que ahora es, sino el niño de antes. Recuerda las tardes del muelle. El mar.
La sombra de los barcos, siempre tan lejos. Y la mirada de la madre, más lejos aún.
Tanto como ahora, cuando nadie sabe donde está. Los ojos y las manos de esa mujer que él puede ver y tocar y, sin embargo, que no sabe, que nadie sabe dónde está.
Algunas veces, el hombre que es, le desea la muerte a esta mujer extraviada, desconocida para siempre.
Pero otras, el niño que va en bicicleta con su madre sólo siente deseos de llorar.



Norma Etcheverry
De "LA VIDA LEVE" 2014 - Ediciones La carta de Oliver



Nació en Gral. Paz (Ranchos) Pcia. de Buenos Aires en 1963.
Es poeta y periodista egresada de la U.N.L.P.


Obra: Oswaldo Guayasamín

  Martín Rodríguez

24 de diciembre de 2014




Cada navidad encendía el rojo deseo de rajar.

En las navidades se produce una iluminación:
/ recuerdos de navidades
En san Miguel con el terror
de cohetes y tiros: la del ’83, la del ’84, la del ’85,
a las 12 un revólver marcaba el fin, el comienzo,
la largada, el fin, el comienzo.

Es que se hacía de noche, y las cruzas se detenían.
Ya ni el perro movía la cola. Dos pistoleros de pie, dos
/ sombras (padre y tío)
(envueltos en humo).




Martín Rodríguez
Argentino – 1978



De: “Para el lado de las cosas sagradas” - Ed. El niño Stanton – 2009

Foto extraída de: mueblesdepalets.net


  Reinaldo Arenas

20 de diciembre de 2014




No es el muerto quien provoca el estupor


No es el muerto quien provoca el estupor
es la sorpresa de ver cómo olvidamos
su propia muerte, nuestro gran dolor.
Queda el muerto, nosotros nos marchamos.

No es el muerto, no, quien se retira.
Somos nosotros que vamos discutiendo,
sobre el cadáver que mudo nos mira,
la posibilidad de seguir sobreviviendo.

Cuando en la memoria al muerto divisamos
(juegos del tiempo, macabro escandiador)
no es pues al muerto a quien estamos viendo:

Somos nosotros que tétricos quedamos
al ver cómo miramos sin horror
al que en el gran horror se va pudriendo.



Reinaldo Arenas
Cuba (1943 - 1990)

Fue novelista, dramaturgo y poeta.
Con el triunfo de la Revolución, tuvo oportunidad de participar en el programa de educación del nuevo gobierno, donde su formación autodidacta se vio enriquecida por la frecuentación de dos maestros, J. Lezama Lima y V. Piñera, que avalaron sus tempranas publicaciones.
En 1962, cuando sólo contaba diecinueve años, apareció su primera y última novela editada en la isla, Celestino antes del alba, ya que el resto de su producción se publicó en el extranjero.
En 1980 optó por el exilio. Se trasladó primero a Miami y luego a Nueva York, ciudad en la que se instaló definitivamente y continuó escribiendo, hasta que decidió quitarse la vida en 1990. Dejó más de veinte libros que incluyen diez novelas, algunos poemas, relatos breves y obras de teatro.

Foto extraída de: https://troyasliterarias.lamula.pe/2014/10/18/reinaldo-arenas-contra-algunos-escritores-cubanos/ilion/

  Alberto Luis Ponzo

16 de diciembre de 2014




FLORENCIA


Las estatuas han sido
Hombres alguna vez.

Han caminado solos
En la piedra.

Han martillado
Envueltos en la muerte.

Las estatuas
Viven porque alguna vez
Fueron los ojos
De los humillados,
Las manos libres
De los que trabajaban
Hasta desvanecerse
En su armonía.



EN EL CUERPO QUE AMO


En el cuerpo que amo
La belleza va desapareciendo:
Desaparece y reaparece,
Vive de su desgaste,
De la belleza que lo forma
Y otra forma que lo embellece.

En el cuerpo que amo no hay tiempo.
Está el momento que se vive
Contra la destrucción de la memoria.




Alberto Luis Ponzo
Argentino – 1916

De: “Los viajes anteriores”  -  Dead Weight – 1972

Nació en el barrio de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires y reside en la ciudad de Castelar (desde 1951), en la zona Oeste del Gran Buenos Aires. Dirigió y codirigió  revistas literarias, plaquetas y  colecciones. Asimismo, fue incluido en numerosas antologías de poetas argentinos y otras publicadas en países iberoamericanos. Tiene también escritos varios libros de ensayos. Algunos de sus poemarios: “Equivalencia de la tierra” (1960, el primero),“De ayeres y desmemorias”, “Ramos de invierno”, “Cuaderno Martín”, “Lugares / En otras palabras”, “Obra en construcción”, “Canto en la arena”, “Exploraciones (sobre la poesía y lo demás)”, “Anotaciones para mi nacimiento”, “La casa de Azara y otros poemas”, “A puertas abiertas”, “Uno en el mundo”, “Poemas para Antonio Porchia”, “Historias salvajes”, “Cuadro de situación”, “Diálogo de escrituras”, “Labio oscuro de nacer”, “De este mundo (instantáneas y miradas)”.

Foto extraída de: www.castelarsensible.com.ar

  Marcelo Marcolin

12 de diciembre de 2014




Nocturno de ella


Entregará sus piernas:
se enterarán los dioses en sus desvelos
elevará su cuerpo por encima del erecto sentido de las ansias
y allí su boca
         su condena descifrada en los esteros del rubor
cuando el humeante otoño de tajadas a la primavera.
Ella es la sombra entre las luces de los sueños
         es la sed que baja hasta las entrepiernas de los otros ángeles
No podrá su lengua con la lengua del día
         no podrá su cola esquivar el deseo
Nadie llega para la otra noche
         nadie es dios para determinar vírgenes y putas
es sólo un canto desde el rumor indígena
con olor a sándalo y sabor a jengibre.
Arriban sus piernas atravesando los espejos
lame su lengua el ritual de las horas callejeras
cegada de impalas huyendo hacia el sur.
Yo la necesito así: descalza, ardiente,
      Ciega de horas y esperas
La necesito temprano
demasiado temprano entre las letras y la noche,
la noche vagabunda que se lo lleva todo y todo nos deja.




Marcelo Marcolin
De "El viejo automóvil de los sueños" - 2005 - Ediciones El ojo de la ballena



Argentino (1957-2011) Poeta y editor. Miembro de la Generación Subterránea.
Nació en Buenos Aires.


Obra: Salvador Dalí - extraída: www.lavanguardia.com

  Alicia Pastore

9 de diciembre de 2014




las tripitas de la revolución


nos hizo santas
a las muy putas
ese hombre
de cal y huesos
a puro jadeo
de combate y polvo

-la revolución
y sus tripitas sonando
a canción triste-

manuel,
el libro de julio
y gaby quemada
en su mutismo,
no salvada
para nunca,
ni aparecida
ni abrazada
como wanda
a unos botines,,,




lenguaje


todo anuncia el declive,
ese ronroneo fatal, el desaliento

la palabra imparcial
que no me elige
su huésped

me quemo en el fuego
de unas islas
perdidas como yo,
así desiertas

mi lengua cae
en trampas aburridas

una cuerda al vacío
es mi garganta,,,



Alicia Pastore
De "de rayo en fiesta" (2014)  -  TAHIEL Ediciones

Poeta, nació en Buenos Aires en 1949.
Realizadora del Blog: Un caos lúcido

  Nicolás Guillén

4 de diciembre de 2014




El cosmonauta


El cosmonauta, sin saberlo,
arruina el negocio del mito
de Dios sentado atento y fijo
en un butacón inmenso.
¿Qué se han hecho los Tronos y Potencias?
¿Dónde están los Castigos y Obediencias?
¿Y san Crescencio y san Bitongo?
¿Y san Cirilo Zangandongo?
¿Y el fumazo del incienso?
¿Y la fulígine de la mirra?
¿Y las estrellitas pegadas
al cristal ahumado nocturno?
¿Y los arcángeles y los ángeles,
y los serafines y los querubines,
y las Dominaciones en sus escuadrones
y las vírgenes,
y todos los demás animales afines?
El cosmonauta
sigue su pauta.
Sube sube sube
sube sube sube
sube sube sube
sube sube sube
sube.
Deja atrás la última nube.
Rompe el último velo.
El Cielo. ¿El Cielo?
Frío.
El vasto cielo frío.
Hay en efecto un butacón,
pero está vacío.



Nicolás Guillén
Cuba (1902 – 1989)



En: “La rueda dentada” -  1972

Imagen extraída de: cosmonautasdelviento.blogspot.com